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¿Qué falta por hacer para mejorar el manejo de la pesca con plantados en el Pacifico Oriental?
Por: Pablo Guerrero, director de Conservación Marina WWF Ecuador
La pesquería de atunes con red de cerco en el Océano Pacifico Oriental (OPO) se ha desarrollado aceleradamente en los últimos 30 años. El uso generalizado de dispositivos de agregación de peces (plantados o FADs, por sus siglas en inglés), en las pesquerías de atún, es un tema de interés común para todas las Organizaciones Regionales de Ordenación Pesquera Atuneras, y por una serie de razones, se ha ido convirtiendo en un asunto cada más relevante, no solo para la gestión, sino también para la conservación marina.
Los plantados son objetos flotantes construidos por los pescadores que son utilizados para atraer atunes y facilitar su captura. En el OPO, su uso se generalizó a inicios de los noventas; los pescadores consideran que el empleo de plantados es una forma altamente efectiva de mejorar las tasas de captura, reducir los costos operativos y disminuir su huella ecológica, debido al menor consumo de combustible, ya que los barcos van directamente a donde se encuentra el dispositivo, evitando de esa manera la pérdida de tiempo en “la búsqueda de otras señales de pesca”.
Más de la mitad de los 5,1 millones de toneladas anuales de atún son capturadas utilizando plantados. A nivel nacional, al menos un 70% de los lances de nuestros cerqueros se realizan utilizando este método de pesca que sirve para capturar buena parte de las aproximadamente 300 mil toneladas de atunes que, a manera de promedio anual, captura la flota ecuatoriana. Utilizando las redes de cerco se puede asegurar un volumen de captura suficiente para abastecer y mantener operativas las plantas de procesamiento en donde laboran miles de personas, y que es en donde finalmente se producen entre cosas, las latas de atún. El atún es proteína animal que puede estar disponible a precios económicos para grandes sectores de la población, tal y como sucedió recientemente durante los días más duros de la pandemia del COVID 19. Es por eso por lo que afirmamos que este es un tema relevante, que no solo tiene que ver con conservación y desarrollo sostenible, sino también con seguridad alimentaria, razón por la cual es importante mirarlo sin apasionamientos, buscando un equilibrio, y sin perder de vista el sentido práctico de las cosas.
El uso de los plantados se encuentra asociado a una serie de potenciales impactos negativos, como la exacerbación de la sobrepesca, las capturas de atunes juveniles, las capturas accidentales de especies vulnerables, la modificación del hábitat de los atunes y la introducción de basura en el océano, esto último debido al excesivo empleo de materiales sintéticos para su construcción. Como consecuencia de esto, hoy en día los plantados son el foco de una discusión global centrada no solo en las preocupaciones de la gestión en relación con la sostenibilidad a largo plazo de las poblaciones de atún, sino también, por el impacto ambiental, que, sin manejo apropiado, estos dispositivos podrían generar.
Pero antes de continuar, vale la pena explicar cómo está compuesto un plantado. Los componentes de un plantado “tradicional” son dos: 1) una estructura flotante que puede ser una paneta de madera (pallet de carga) envuelta en paño de red a la que se le añaden tubos de PVC para darle flotabilidad y una boya satelital para ubicar el dispositivo, y, 2) una estructura sumergida (también denominado “rabo”), que suele ser paño de red amarrado al pallet colgando hasta 70 u 80 metros de profundidad para proveer al dispositivo de capacidad de atracción y de manejo de la velocidad de deriva.
Desde hace algunos años, la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), ya pide a los países miembros que se desarrollen programas de investigación para probar prototipos de plantados no enmallantes y biodegradables, con la finalidad de reducir algunos impactos en el ecosistema marino. En el año 2017, la CIAT ya determinó el uso obligatorio de plantados no enmallantes en toda la flota del OPO a partir de enero del 2019. Esto se hizo para reducir los enmallamientos de tiburones sedosos especialmente, y también de tortugas marinas en los paños de red que como explicamos antes, cuelgan a manera de “rabos” en los plantados “tradicionales”. A través de una modificación en el diseño, que fue trabajada con los propios pescadores, que son los verdaderos expertos en la materia, se pudo encontrar una solución simple pero muy efectiva para taclear el problema de los enmallamientos de tiburones y tortugas en la parte colgante del plantado. Actualmente, toda la flota cerquera tiene la obligación de usar prototipos de plantados no enmallantes recomendados por los científicos de la CIAT y de la International Seafood Sustainability Foundation (ISSF).
Motivados por las recomendaciones de la CIAT, al momento se llevan a cabo diversas iniciativas científicas tanto regionales como nacionales, tendientes a implementar proyectos de investigación sobre el diseño y construcción de modelos de plantados que no sean enmallantes, y que su material de construcción sea biodegradable. En el caso del Ecuador, desde el año 2016, TUNACONS ha venido liderando las pruebas de los denominados ECOFADs en condiciones reales de pesca.
No se puede negar que a nivel regional y nacional ha habido avances importantes para mejorar el manejo de los plantados, particularmente en lo que tiene que ver con detener el enmallamiento de tiburones y tortugas de la parte colgante, pruebas con prototipos biodegradables, mejoras en los protocolos de monitoreo y reporte, y también en el establecimiento inicial de límites asignados a cada buque para desplegar estos dispositivos.
Todo arte de pesca genera impactos ambientales, y ese también es el caso de la pesca atunera con redes de cerco que se realiza en el OPO. Bien sea que el capitán del cerquero, instruido por la empresa para la que trabaja, decida pescar cardúmenes libres (las denominadas “brisas”), o cardúmenes asociados a delfines, asociación que por cierto es única para el Pacifico Oriental, o cardúmenes asociados a objetos flotantes (incluidos los plantados), siempre habrá un impacto, que es necesario reducir. Según científicos de la CIAT y de la ISSF, el nivel de captura incidental asociada a la pesca de objetos flotantes, que incluye a varias especies de pelágicos grandes y megafauna marina, bordea el 2,4%. Dicho porcentaje, aunque mucho menor en comparación a la pesca atunera palangrera por ejemplo, es necesario manejar para mitigar aún más.
Por esa razón es muy importante continuar las investigaciones en curso que permitan encontrar pronto un prototipo de dispositivo construido con fibras naturales, que a la par de ser eficiente para capturar atunes, genere un menor impacto al ecosistema marino en caso de pérdida. Buena ciencia e innovación tecnológica deberían ser el fundamento de una transición oportuna hacia el uso generalizado de materiales biodegradables y no enmallantes para todos los plantados.
También es clave continuar desarrollando programas de capacitación en buenas prácticas de manipulación de la captura incidental, a fin de que los tripulantes sepan qué hacer para liberar ilesa a una tortuga, un tiburón o una mantarraya capturada de forma incidental durante la operación pesquera.
La flota atunera cerquera ecuatoriana está compuesta por 110 barcos. De esos, más o menos un 40% corresponde a barcos menores a 363 m3 de capacidad de bodega, que, según resoluciones de la CIAT, no están en la obligación de llevar observadores en cada uno de sus viajes. Eso es algo en lo que el país debe mejorar. Es necesario monitorear con observadores lo que hace esa porción de la flota cerquera de “barcos pequeños”, ya que la misma también emplea plantados, y al no ser monitoreada adecuadamente se desconoce el real impacto de su operación sobre el ecosistema. Una excepción que vale la pena destacar son 11 de los 44 barcos de la flota de TUNACONS, que caen dentro de esa categoría de “barcos pequeños”, pero que, sin embargo, desde hace un par años, son monitoreados en el 100% de sus viajes con observadores, tal y como lo hacen el resto de los barcos mayores de la flota. Ese es un muy buen ejemplo que debería seguir el resto de la flota cerquera ecuatoriana de los denominados “barcos pequeños”.
Otros temas de importancia en los que es necesario continuar trabajando son los siguientes:
La pesquería de atunes con red de cerco en el Océano Pacifico Oriental (OPO) se ha desarrollado aceleradamente en los últimos 30 años. El uso generalizado de dispositivos de agregación de peces (plantados o FADs, por sus siglas en inglés), en las pesquerías de atún, es un tema de interés común para todas las Organizaciones Regionales de Ordenación Pesquera Atuneras, y por una serie de razones, se ha ido convirtiendo en un asunto cada más relevante, no solo para la gestión, sino también para la conservación marina.
Los plantados son objetos flotantes construidos por los pescadores que son utilizados para atraer atunes y facilitar su captura. En el OPO, su uso se generalizó a inicios de los noventas; los pescadores consideran que el empleo de plantados es una forma altamente efectiva de mejorar las tasas de captura, reducir los costos operativos y disminuir su huella ecológica, debido al menor consumo de combustible, ya que los barcos van directamente a donde se encuentra el dispositivo, evitando de esa manera la pérdida de tiempo en “la búsqueda de otras señales de pesca”.
Más de la mitad de los 5,1 millones de toneladas anuales de atún son capturadas utilizando plantados. A nivel nacional, al menos un 70% de los lances de nuestros cerqueros se realizan utilizando este método de pesca que sirve para capturar buena parte de las aproximadamente 300 mil toneladas de atunes que, a manera de promedio anual, captura la flota ecuatoriana. Utilizando las redes de cerco se puede asegurar un volumen de captura suficiente para abastecer y mantener operativas las plantas de procesamiento en donde laboran miles de personas, y que es en donde finalmente se producen entre cosas, las latas de atún. El atún es proteína animal que puede estar disponible a precios económicos para grandes sectores de la población, tal y como sucedió recientemente durante los días más duros de la pandemia del COVID 19. Es por eso por lo que afirmamos que este es un tema relevante, que no solo tiene que ver con conservación y desarrollo sostenible, sino también con seguridad alimentaria, razón por la cual es importante mirarlo sin apasionamientos, buscando un equilibrio, y sin perder de vista el sentido práctico de las cosas.
El uso de los plantados se encuentra asociado a una serie de potenciales impactos negativos, como la exacerbación de la sobrepesca, las capturas de atunes juveniles, las capturas accidentales de especies vulnerables, la modificación del hábitat de los atunes y la introducción de basura en el océano, esto último debido al excesivo empleo de materiales sintéticos para su construcción. Como consecuencia de esto, hoy en día los plantados son el foco de una discusión global centrada no solo en las preocupaciones de la gestión en relación con la sostenibilidad a largo plazo de las poblaciones de atún, sino también, por el impacto ambiental, que, sin manejo apropiado, estos dispositivos podrían generar.
Pero antes de continuar, vale la pena explicar cómo está compuesto un plantado. Los componentes de un plantado “tradicional” son dos: 1) una estructura flotante que puede ser una paneta de madera (pallet de carga) envuelta en paño de red a la que se le añaden tubos de PVC para darle flotabilidad y una boya satelital para ubicar el dispositivo, y, 2) una estructura sumergida (también denominado “rabo”), que suele ser paño de red amarrado al pallet colgando hasta 70 u 80 metros de profundidad para proveer al dispositivo de capacidad de atracción y de manejo de la velocidad de deriva.
Desde hace algunos años, la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), ya pide a los países miembros que se desarrollen programas de investigación para probar prototipos de plantados no enmallantes y biodegradables, con la finalidad de reducir algunos impactos en el ecosistema marino. En el año 2017, la CIAT ya determinó el uso obligatorio de plantados no enmallantes en toda la flota del OPO a partir de enero del 2019. Esto se hizo para reducir los enmallamientos de tiburones sedosos especialmente, y también de tortugas marinas en los paños de red que como explicamos antes, cuelgan a manera de “rabos” en los plantados “tradicionales”. A través de una modificación en el diseño, que fue trabajada con los propios pescadores, que son los verdaderos expertos en la materia, se pudo encontrar una solución simple pero muy efectiva para taclear el problema de los enmallamientos de tiburones y tortugas en la parte colgante del plantado. Actualmente, toda la flota cerquera tiene la obligación de usar prototipos de plantados no enmallantes recomendados por los científicos de la CIAT y de la International Seafood Sustainability Foundation (ISSF).
Motivados por las recomendaciones de la CIAT, al momento se llevan a cabo diversas iniciativas científicas tanto regionales como nacionales, tendientes a implementar proyectos de investigación sobre el diseño y construcción de modelos de plantados que no sean enmallantes, y que su material de construcción sea biodegradable. En el caso del Ecuador, desde el año 2016, TUNACONS ha venido liderando las pruebas de los denominados ECOFADs en condiciones reales de pesca.
No se puede negar que a nivel regional y nacional ha habido avances importantes para mejorar el manejo de los plantados, particularmente en lo que tiene que ver con detener el enmallamiento de tiburones y tortugas de la parte colgante, pruebas con prototipos biodegradables, mejoras en los protocolos de monitoreo y reporte, y también en el establecimiento inicial de límites asignados a cada buque para desplegar estos dispositivos.
Todo arte de pesca genera impactos ambientales, y ese también es el caso de la pesca atunera con redes de cerco que se realiza en el OPO. Bien sea que el capitán del cerquero, instruido por la empresa para la que trabaja, decida pescar cardúmenes libres (las denominadas “brisas”), o cardúmenes asociados a delfines, asociación que por cierto es única para el Pacifico Oriental, o cardúmenes asociados a objetos flotantes (incluidos los plantados), siempre habrá un impacto, que es necesario reducir. Según científicos de la CIAT y de la ISSF, el nivel de captura incidental asociada a la pesca de objetos flotantes, que incluye a varias especies de pelágicos grandes y megafauna marina, bordea el 2,4%. Dicho porcentaje, aunque mucho menor en comparación a la pesca atunera palangrera por ejemplo, es necesario manejar para mitigar aún más.
Por esa razón es muy importante continuar las investigaciones en curso que permitan encontrar pronto un prototipo de dispositivo construido con fibras naturales, que a la par de ser eficiente para capturar atunes, genere un menor impacto al ecosistema marino en caso de pérdida. Buena ciencia e innovación tecnológica deberían ser el fundamento de una transición oportuna hacia el uso generalizado de materiales biodegradables y no enmallantes para todos los plantados.
También es clave continuar desarrollando programas de capacitación en buenas prácticas de manipulación de la captura incidental, a fin de que los tripulantes sepan qué hacer para liberar ilesa a una tortuga, un tiburón o una mantarraya capturada de forma incidental durante la operación pesquera.
La flota atunera cerquera ecuatoriana está compuesta por 110 barcos. De esos, más o menos un 40% corresponde a barcos menores a 363 m3 de capacidad de bodega, que, según resoluciones de la CIAT, no están en la obligación de llevar observadores en cada uno de sus viajes. Eso es algo en lo que el país debe mejorar. Es necesario monitorear con observadores lo que hace esa porción de la flota cerquera de “barcos pequeños”, ya que la misma también emplea plantados, y al no ser monitoreada adecuadamente se desconoce el real impacto de su operación sobre el ecosistema. Una excepción que vale la pena destacar son 11 de los 44 barcos de la flota de TUNACONS, que caen dentro de esa categoría de “barcos pequeños”, pero que, sin embargo, desde hace un par años, son monitoreados en el 100% de sus viajes con observadores, tal y como lo hacen el resto de los barcos mayores de la flota. Ese es un muy buen ejemplo que debería seguir el resto de la flota cerquera ecuatoriana de los denominados “barcos pequeños”.
Otros temas de importancia en los que es necesario continuar trabajando son los siguientes:
- Cumplimiento por parte de la industria con la entrega oportuna de la información acerca de los desplazamientos de los plantados a los científicos de la CIAT.
- Desarrollo de estudios científicos que brinden asesoramiento acerca de potenciales límites de lances sobre plantados y límites de plantados activos desplegados según tipo de barco. Los actuales límites de plantados activos por embarcación son muy elevados, tanto así, que la mayoría de la flota en la práctica no los alcanza, siendo por lo tanto necesaria su revisión a fin de ajustarlos hacia la baja.
- Programas de recuperación de plantados que incluya incentivos a la participación. Programas de este tipo, en los que participan diversos actores, ya se ejecutan en las islas Seychelles en el Océano Índico (FAD-Watch Program). Hace un tiempo, se planteó una propuesta a la Dirección del Parque Nacional Galápagos para ejecutar un programa similar en la Reserva Marina de Galápagos.
- Un sistema de marcaje y seguimiento de los plantados y las radiobalizas,
- Investigación científica en los campos de i) discriminación acústica de diversas especies asociadas a los plantados; ii) liberación de tiburones, particularmente de la red; iii) comportamiento de las diversas especies en los plantados.
El proceso para establecer un esquema de manejo integral de la pesquería atunera con plantados podría tomar algún tiempo todavía, sin embargo, los pasos dados hasta ahora van en la dirección correcta. Esto nos trae a la memoria lo que pasó con la pesquería de atunes aleta amarilla asociada a delfines, que, a mediados de los ochenta, era la causa de mortalidad de decenas de miles de delfines en el Pacifico Oriental. Solo a través de un esfuerzo mancomunado que incluyó a autoridades, científicos, industria pesquera, ONGs y principalmente a los pescadores, la CIAT pudo luego de años de trabajo, diseñar un sistema de manejo, que, aunque no es perfecto, permitió reducir sustancialmente la mortalidad de delfines para llevarla a prácticamente un cero estadístico. Podría decirse que un proceso similar está siguiendo ahora la pesquería de plantados. El viaje ya empezó, el camino está marcado, y la visión de asegurar la sostenibilidad de esta pesquería es compartida por algunos grupos.
En la tarea de resolver los temas pendientes del manejo integral de la pesquería de plantados, el Ecuador puede y debería jugar un rol preponderante, pues como ya lo señalamos, se trata de una potencia atunera que emplea principalmente esta estrategia de pesca para sostener la operación de una gran y pujante industria. Todo lo que haga o deje de hacer el Ecuador puede marcar verdaderamente la diferencia y acelerar o no, los procesos de mejora del marco de administración de esta pesquería en la región. Sin duda un gran reto para un país que, aunque es líder en pesca, tiene un sector atunero muy heterogéneo en su composición, en el que no todos, salvo honrosas excepciones, han internalizado en la estructura de sus negocios el criterio de sostenibilidad. Pero la oportunidad para seguir liderando está allí. Esperamos que la solución al problema del manejo de los plantados pueda ser encontrada a través de un proceso que combine buena ciencia, acciones prácticas y el diálogo constructivo permanente entre los actores clave de esta muy importante pesquería ecuatoriana.
© Antonio Busiello / WWF-US