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Our News
Shuar Cultural Center: la conservación de la naturaleza y la cultura son un mismo proceso
En Shuar Cultural Center, se busca proteger y rescatar la cultura indígena en medio de una convivencia armoniosa con la naturaleza. Es por ello que esta empresa comunitaria es una de los seis emprendimientos que forman parte del proyecto Amazonía Indígena: Derechos y Recursos (AIRR). Iniciativa, liderada por WWF e implementada de forma conjunta por NesSt y Confeniae, gracias a los fondos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que busca mejorar la participación de los pueblos indígenas en el desarrollo económico sostenible de la Amazonía.
Esta iniciativa pretende impulsar a los emprendimientos a obtener más herramientas que les permitan escalar a mercados locales y globales con el fin de expandir las oportunidades de la bio-economía mediante el uso sostenible de productos forestales, los recursos genéticos únicos y la gestión de la pesca y acuicultura.

Al desembarcar a orillas del río Napo, de camino por los frondosos senderos amazónicos que llevan a Shuar Cultural Center se empieza a escuchar a lo lejos a Carmelina, mujer curandera que vocifera en shuar palabras de bienvenida y advertencia a aquellos que van llegando. No siempre se tienen claras las intenciones de los forasteros, es por esto que doña Carmelina se cubre la boca ante los desconocidos y con su lanza procede a limpiar a cada uno de los recién llegados antes de permitir el ingreso al centro. Con sus fuertes brazos sacude la lanza alrededor de cada cuerpo, zapateando con cada palabra apunta directamente al pecho para reconocer sus intenciones. Después, apoyada por su nieto y protegida por un ceibo gigante, tritura las hojas de tabaco en un pilche para extraer su líquido y ofrecer a cada uno de los visitantes para su inhalación. En esto consiste el ritual ancestral shuar del tabaco o Tsank. Al aspirar el líquido por la nariz, es inmediato su efecto, la picazón se apodera de todos los canales respiratorios hasta llegar a la garganta. Un sabor amargo invade el tracto provocando en algunos lagrimeo y ganas de vomitar. La planta es sabia dicen, sabrá si el recién llegado necesita expulsar algo antes de entrar.
Una vez concluida la limpia, Carmelina se destapa la boca y sonríe dando la bienvenida amistosamente. Detrás del gigante ceibo se abre un camino que lleva al centro cultural, ahí están las mujeres esperando, achiote en mano, para pintar los rostros de los visitantes. La pintura facial es de un color rojo brillante y con el tallo de la fruta las mujeres trazan en cachetes y frentes los símbolos ancestrales que han sido transmitidos de generación en generación. Líneas rectas paralelas, zig zags, equis y puntos sirven para representar el agua, la boa o las semillas. Ataviados con la pintura natural, nos acomodamos uno a uno alrededor del fuego donde se cuece a fuego lento un té de natem o ayahuasca. Una vez todos en círculo, Carmelina empieza a entonar palabras en shuar, explican que “las mujeres shuar no cantan, exclaman frases llamadas Anent compuestas con mucho sentimiento”, y aunque el significado de las palabras no se transmite, el sentimiento sí.

El conocimiento sobre las plantas nativas medicinales es uno de los tesoros más grandes que guarda la Amazonía, generalmente de la voz de los ancianos y ancianas se transmite a las nuevas generaciones, pero la occidentalización, la migración y la explotación han provocado que se vaya perdiendo progresivamente el interés de los más jóvenes. Es justamente para contrarrestar la destrucción y apostando por la conservación de la naturaleza y las culturas amazónicas que proyectos como Shuar Cultural Center se levantan. Al respecto, Pedro, hijo de Carmelina menciona que “el tema de la identidad cultural se está perdiendo desde los más adultos hasta los más pequeños, hay muy pocas familias, muy pocos niños que ahora hablan el idioma shuar y cualquier otra lengua amazónica. Y se está perdiendo por muchos otros factores el mundo occidental, el avance de la tecnología, las petroleras. Lo que se espera es que a futuro los niños puedan ir rescatando, los padres puedan ir enseñándoles a través del turismo y que se motiven a tomar liderazgo a futuro para poder continuar con el legado que deja uno”.

El legado es enorme, Carmelina venció al Covid con el Tsuak, remedio que ella produce junto con los miembros de su comunidad: “La enfermedad me empezó a atacar más, justo estaba en mi casa como dormida, se me asoma un murciélago feísimo, me alumbra los dos ojos, verde me pone y me quería llevar. Al día siguiente fui en búsqueda de remedio, de chugchuhuaso, que purifica la sangre y es para la fiebre, pata de vaca, para dolor del cuerpo y más plantitas”. Así ella y sus hijos comenzaron a embotellar el extracto de plantas y a venderlas desde Guayaquil hasta Macas, bajo una conservación, marca y envases adecuados. Tal fue la acogida del producto, que decidieron integrarlo a la propuesta turística del Shuar Cultural Center, espacio generado para dar a conocer los saberes ancestrales de la cultura shuar.
Dentro de esta iniciativa, también se comercializa la Kimia, ají deshidratado por las mujeres de la comunidad para acompañar platos gastronómicos y Nua, aceite capilar realizado también a base de plantas ancestrales. Este espacio de reencuentro con la naturaleza ofrece servicios de alojamiento, alimentación y recorridos por la selva. Dos guías, Xavier y Marcos, ayudan a los visitantes a reconocer las plantas y les ofrecen la posibilidad de sembrar uno de los árboles nativos amazónicos, convirtiéndose así en padrinos o madrinas de la planta. La conservación de la lengua shuar, su cosmovisión y la naturaleza que la sostiene es una preocupación profunda para este grupo de emprendedores, que buscan incrementar la sensibilidad en sus visitantes: “el ser humano amazónico depende de la naturaleza y de su cultura como tal. Desde ese punto de vista, esta cultura y esta naturaleza son una especie de simbiosis que se necesita para tener paz, tranquilidad. Esto es lo que buscamos transmitir a las generaciones futuras: el amor a nuestra identidad, a ser amazónicos, a amar nuestro territorio” reflexiona Pedro, Co-fundador del Shuar Cultural Center, antes de despedir calurosamente a todos turistas que los visitan.
Esta iniciativa pretende impulsar a los emprendimientos a obtener más herramientas que les permitan escalar a mercados locales y globales con el fin de expandir las oportunidades de la bio-economía mediante el uso sostenible de productos forestales, los recursos genéticos únicos y la gestión de la pesca y acuicultura.

Al desembarcar a orillas del río Napo, de camino por los frondosos senderos amazónicos que llevan a Shuar Cultural Center se empieza a escuchar a lo lejos a Carmelina, mujer curandera que vocifera en shuar palabras de bienvenida y advertencia a aquellos que van llegando. No siempre se tienen claras las intenciones de los forasteros, es por esto que doña Carmelina se cubre la boca ante los desconocidos y con su lanza procede a limpiar a cada uno de los recién llegados antes de permitir el ingreso al centro. Con sus fuertes brazos sacude la lanza alrededor de cada cuerpo, zapateando con cada palabra apunta directamente al pecho para reconocer sus intenciones. Después, apoyada por su nieto y protegida por un ceibo gigante, tritura las hojas de tabaco en un pilche para extraer su líquido y ofrecer a cada uno de los visitantes para su inhalación. En esto consiste el ritual ancestral shuar del tabaco o Tsank. Al aspirar el líquido por la nariz, es inmediato su efecto, la picazón se apodera de todos los canales respiratorios hasta llegar a la garganta. Un sabor amargo invade el tracto provocando en algunos lagrimeo y ganas de vomitar. La planta es sabia dicen, sabrá si el recién llegado necesita expulsar algo antes de entrar.
Una vez concluida la limpia, Carmelina se destapa la boca y sonríe dando la bienvenida amistosamente. Detrás del gigante ceibo se abre un camino que lleva al centro cultural, ahí están las mujeres esperando, achiote en mano, para pintar los rostros de los visitantes. La pintura facial es de un color rojo brillante y con el tallo de la fruta las mujeres trazan en cachetes y frentes los símbolos ancestrales que han sido transmitidos de generación en generación. Líneas rectas paralelas, zig zags, equis y puntos sirven para representar el agua, la boa o las semillas. Ataviados con la pintura natural, nos acomodamos uno a uno alrededor del fuego donde se cuece a fuego lento un té de natem o ayahuasca. Una vez todos en círculo, Carmelina empieza a entonar palabras en shuar, explican que “las mujeres shuar no cantan, exclaman frases llamadas Anent compuestas con mucho sentimiento”, y aunque el significado de las palabras no se transmite, el sentimiento sí.

El conocimiento sobre las plantas nativas medicinales es uno de los tesoros más grandes que guarda la Amazonía, generalmente de la voz de los ancianos y ancianas se transmite a las nuevas generaciones, pero la occidentalización, la migración y la explotación han provocado que se vaya perdiendo progresivamente el interés de los más jóvenes. Es justamente para contrarrestar la destrucción y apostando por la conservación de la naturaleza y las culturas amazónicas que proyectos como Shuar Cultural Center se levantan. Al respecto, Pedro, hijo de Carmelina menciona que “el tema de la identidad cultural se está perdiendo desde los más adultos hasta los más pequeños, hay muy pocas familias, muy pocos niños que ahora hablan el idioma shuar y cualquier otra lengua amazónica. Y se está perdiendo por muchos otros factores el mundo occidental, el avance de la tecnología, las petroleras. Lo que se espera es que a futuro los niños puedan ir rescatando, los padres puedan ir enseñándoles a través del turismo y que se motiven a tomar liderazgo a futuro para poder continuar con el legado que deja uno”.

El legado es enorme, Carmelina venció al Covid con el Tsuak, remedio que ella produce junto con los miembros de su comunidad: “La enfermedad me empezó a atacar más, justo estaba en mi casa como dormida, se me asoma un murciélago feísimo, me alumbra los dos ojos, verde me pone y me quería llevar. Al día siguiente fui en búsqueda de remedio, de chugchuhuaso, que purifica la sangre y es para la fiebre, pata de vaca, para dolor del cuerpo y más plantitas”. Así ella y sus hijos comenzaron a embotellar el extracto de plantas y a venderlas desde Guayaquil hasta Macas, bajo una conservación, marca y envases adecuados. Tal fue la acogida del producto, que decidieron integrarlo a la propuesta turística del Shuar Cultural Center, espacio generado para dar a conocer los saberes ancestrales de la cultura shuar.
Dentro de esta iniciativa, también se comercializa la Kimia, ají deshidratado por las mujeres de la comunidad para acompañar platos gastronómicos y Nua, aceite capilar realizado también a base de plantas ancestrales. Este espacio de reencuentro con la naturaleza ofrece servicios de alojamiento, alimentación y recorridos por la selva. Dos guías, Xavier y Marcos, ayudan a los visitantes a reconocer las plantas y les ofrecen la posibilidad de sembrar uno de los árboles nativos amazónicos, convirtiéndose así en padrinos o madrinas de la planta. La conservación de la lengua shuar, su cosmovisión y la naturaleza que la sostiene es una preocupación profunda para este grupo de emprendedores, que buscan incrementar la sensibilidad en sus visitantes: “el ser humano amazónico depende de la naturaleza y de su cultura como tal. Desde ese punto de vista, esta cultura y esta naturaleza son una especie de simbiosis que se necesita para tener paz, tranquilidad. Esto es lo que buscamos transmitir a las generaciones futuras: el amor a nuestra identidad, a ser amazónicos, a amar nuestro territorio” reflexiona Pedro, Co-fundador del Shuar Cultural Center, antes de despedir calurosamente a todos turistas que los visitan.

© Joel Heim / WWF-Ecuador
La propuesta turística del Shuar Cultural Center es u espacio generado para dar a conocer los saberes ancestrales de la cultura shuar.