What would you like to search for?

Our News

Trucha arcoíris: la mayor competencia para especies nativas en área protegida de Boyacá

En el DRMI Cristales, Castillejo o Guacheneque, pequeños bagres nacionales, así como una gran cantidad de insectos acuáticos que cumplen un papel fundamental para mantener el equilibrio de los ecosistemas, enfrentan fuertes presiones por cuenta de esta especie que se ha distribuido con éxito en caños, quebradas y ríos del área protegida. Conoce cómo Corpochivor y WWF Colombia han trabajado para su manejo y control.


En los talleres Nuestros ríos más cerquita, en los cuales participaron 40 personas durante 2020; 103 niños de escuelas rurales, 32 concejales y dos alcaldes durante 2021; y 42 personas durante 2022. © Corpochivor.

Hace casi 80 años, la trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss), originaria de Norteamérica, se introdujo en los ecosistemas de alta montaña del país como una fuente de alimento de alto valor nutricional para comunidades andinas. Fue tal su grado de acogida que, con el tiempo, se creó la idea colectiva de que esta nadadora prodigiosa, de la familia del salmón, era indiscutiblemente colombiana.

En la medida en la que la “fama” de la trucha se solidificó, especies nativas como capitanes (Trichomycterus dorsostriatus) y barbillas o babosos (Astroblepus latidens), perdieron reconocimiento. Así lo cuenta Juana Andrade, bióloga y funcionaria de Gestión Ambiental de Corpochivor, quien ha evidenciado cómo las personas mayores de 60 años, habitantes de las comunidades del área de influencia del Distrito Regional de Manejo Integrado Cristales, Castillejo o Guacheneque (ubicado entre los municipios boyacenses Turmequé, Úmbita, Pachavita y La Capilla), son las únicas que recuerdan a los pequeños bagres locales.

Esto, dice Andrade, es lo que ha observado en los encuentros “Nuestros ríos más cerquita”, talleres organizados por esa Corporación y WWF Colombia, durante los años 2020, 2021 y 2022, como parte de la estrategia de manejo y control de especies invasoras del DRMI, en la que se priorizó una línea de trabajo con la trucha arcoíris debido a su alta presencia en los cuerpos de agua del área protegida y su nivel de amenaza tanto para los bagres nativos como para especies de macroinvertebrados que cumplen funciones determinantes en el equilibrio de los ecosistemas.

Te puede interesar: ¿Por qué es clave que el emprendimiento y la sostenibilidad vayan de la mano?

“Las personas mayores, que son quienes reconocen a esas especies nativas, nos decían que ya casi no hay porque la gente fumiga mucho, saca mucha agua de las quebradas, tala en grandes cantidades y siembra eucalipto o pino. Y todas esas presiones son ciertas, pero no asocian la presencia de la trucha con la baja abundancia de los peces nativos”, dice, y añade que el hecho de que la trucha sea una fuerte nadadora, capaz de remontar ríos y de encontrar a sus presas fácilmente gracias a su buena visión, la convierte en la mayor competencia para las originarias de los ríos altoandinos.

Esta desventaja es todavía más notoria si se tiene en cuenta que tanto la especie introducida como las endémicas comparten elementos importantes de su dieta, y por esa razón, las truchas terminan acaparando el alimento disponible por su voracidad y papel como depredadoras (un fenómeno ecológico conocido como la superposición del nicho trófico).

¿Cómo garantizar la permanencia de las especies locales?



Gracias a los análisis realizados durante los talleres, se determinó que aunque la trucha arcoiris no se alimenta de las especies de bagre locales (como la de la foto, que lleva el nombre científico de Astroblepus latidens), sí representa una fuerte competencia para estos debido a que comparten dieta​© Jorge García Melo

Uno de los principales propósitos del trabajo conjunto entre Corpochivor y WWF fue levantar, mediante muestreos en campo, análisis de laboratorio y los talleres de ciencia participativa, información suficiente para sustentar una estrategia de control, manejo y prevención de la invasión con trucha arcoíris. Esto, teniendo en cuenta que su erradicación es impensable, pues ya hay poblaciones establecidas de la especie, que representan la principal fuente de proteína de pescado para las comunidades de la zona de influencia del DRMI.

Entre la información recolectada, se encontró que los cultivos de trucha de la zona no cuentan con un sistema que controle la fuga de alevinos ni de peces adultos, y que además, sus dueños o administradores hacen liberaciones motivadas por la idea de que la presencia de las truchas en los ecosistemas naturales es sinónimo de buena salud y equilibrio de los mismos.

Puedes leer: ¿Mujeres conservadoras? ¡Mujeres que conservan!

Frente a esto, explica Beatriz Rey, gestora de Andes Nororientales de WWF Colombia, con los talleres se buscó crear conciencia entre quienes trabajan en los cultivos de trucha sobre la existencia de las especies nativas. Era importante mostrar que el agua no es un elemento inerte, sino que en las corrientes hídricas existen otras especies que se ven afectadas por las acciones humanas”.
Añade que durante el proceso, el acercamiento con las comunidades no estuvo enfocado en sancionar o prohibir, sino en demostrar, con ejercicios prácticos de pesca y de análisis de la calidad del agua, la necesidad de tomar decisiones más acertadas frente al manejo de la trucha arcoiris, y por ende, la conservación de las especies nativas. De estos ejercicios, precisamente, surgieron distintos materiales de divulgación para los habitantes de la zona de influencia del DRMI, entre ellos, un calendario con las fotografías de especies nativas que se hicieron durante los encuentros y una historieta.
 
Además de estos esfuerzos, Andrade agrega que a partir de los talleres surgió una estrategia de gobernanza del agua dirigida a piscicultores, con el objetivo de brindarles asesoría y acompañamiento para legalizar su actividad. Esto, teniendo en cuenta que durante los encuentros se evidenció que el 90% de las piscícolas no cuenta con permisos ni de la Corporación ni de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca-AUNAP.
 

Comunidades, ahora con sus ríos más cerquita


Si bien la trucha arcoiris fue introducida como una fuente de alimentación, no tiene depredadores naturales, y por lo tanto es una competencia muy fuerte para las especies nativas”, dice Henry Moreno, integrante de la comunidad Muisca de Turmequé y participante de uno de los talleres de Nuestros ríos más cerquita, y añade que el hecho de que las comunidades se familiaricen con esta problemática puede mejorar el estado actual de los bagres locales.

Tanto él, como Diana Marcela Godoy, otra de las asistentes a los encuentros, están convencidos de la necesidad de generar conciencia entre los campesinos sobre el manejo y control de la especie invasora a través de espacios educativos, especialmente cuando se incluyen ejercicios como la pesca, la toma de fotografías a especies capturadas y la medición de la calidad del agua, “porque de esa manera las personas pueden obtener información valiosa que no les ha llegado por otros medios”, dice Godoy.

Te sugerimos: Emprendimientos indígenas de la Amazonia colombiana estrenan su propio portafolio de negocios

Frente a esto, Diego Garay, otro de los asistentes a los talleres, destaca que estos espacios no solo sirven para entender el grado de ocupación de la trucha, sino para divulgar la importancia de especies como los macroinvertebrados, organismos que funcionan como indicadores de la calidad del agua. “Es muy importante que las personas del común entiendan cómo la manera en la que interactúan con el medio ambiente y los ecosistemas tiene un impacto sobre el entorno, y por eso es que es necesario que este tipo de eventos se sigan realizando, especialmente con campesinos”.

© Jorge García Melo
Esta trucha es endémica de la costa oriental de América del Norte. Durante décadas, ha sido llevada a diferentes partes del mundo como fuente alimentaria y para fines de pesca deportiva
© Jorge García Melo
En los ejercicios de campo también realizaron muestreos de las poblaciones de macroinvertebrados (grupo de insectos) para analizar, a través de ellos, el estado de conservación de los ecosistemas.

 

Síguenos
Síguenos